¿Sabe por qué triunfa el teatro, por qué ha vuelto la gente
al teatro?
Porque el teatro no trata de nada en concreto.
Trata de la vida. Es la vida.
-Peter Brook-
En mis inicios actorales, cuando pertenecí
a un grupo teatral en mi ciudad natal, mucho antes de iniciarme
universitariamente en el arte de la interpretación, pensaba que un teatro sin
escenografía era absurdo, simple y vacío. En mi neonato pensamiento como
artista no cabía la idea de que podía existir un espacio vacío en el escenario;
más aún, pensaba que para que un personaje fuese exitoso debía estar repleto de
la parafernalia correspondiente: vestuario, utilería, maquillaje, peinado y un
toque de exageración y comedia barata.
Por
mi bien, es importante dejar claro que todas estas frivolidades no eran culpa
directa del grupo al que pertenecí, eran mías, creencias vagas alimentadas por
fundamentos vagos, basados en mis vagas experiencias con el arte interpretativo
en aquel entonces. Cabe aquí otra aclaración: no estoy juzgando mi primitivo
pensamiento artístico, es normal que al iniciar en una disciplina prácticamente
desconocida se tengan solo impresiones superficiales generadas por la referencias
más cercanas, en mi caso: las
telenovelas, el cine comercial y unas cuantas representaciones teatrales en las
que tuve la oportunidad de participar durante la primaria y el liceo.
Aunque
en la actualidad sigo sintiéndome atraído por una pieza con magnánima
escenografía, desbordante utilería, impactantes vestuarios y maquillajes
camaleónicos, mi pensamiento se ha modificado por la experiencia, la lectura y
la práctica. Hoy en día, veo estos como elementos como refuerzos que sirven de
“postre” para el actor y el espectador. El verdadero alimento, el plato fuerte
y principal es la interpretación, en ella se encuentran todos los nutrientes,
lo demás son solo azúcares, grasas y aderezos.
Justamente
lo anterior es presentado por el director británico Peter Brook en que es su
libro más conocido: “El espacio vacío” (1968). Pero esta obra magistral de la
teoría teatral contemporánea no trata solo en sus líneas la idea de un teatro
libre de escenografía e indumentaria, el “Espacio Vacío” va más allá, internándose en las coyunturas del
teatro moderno, indagando en la experiencia del actor, la percepción del
público y la más idónea forma de representación teatral según Brook, quién es
considerado el pionero en el Teatro Experimental británico.
Peter
Brook (1968) da inicio a su libro con la siguiente frase: “Puedo tomar
cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por
este espacio vacío mientras otro le observa, y esto es todo lo que se necesita
para realizar un acto teatral” (p. 1). Con esta frase, Brook hace alusión a la
teatralidad, acto que “…implica un sujeto que
mira y un objeto mirado y supone que el objeto - lo mirado- es concebido como
ficción por el sujeto mirante -el espectador-. Es un fenómeno en un acto de
representación, se requiere, no sólo del sujeto espectador, sino que este
sujeto entienda el objeto mirado como ficción, representación (Féral en
Domínguez, p. 1).
Lo elemental en una representación es la presencia del actor
y del público, lo demás es solo un complemento, es por ello que un buen
director debe centrarse principalmente en la actuación y luego en la
producción. De igual manera el actor, debe ocuparse de su interpretación, la
imagen física es el valor agregado.
Didácticamente,
Brook divide el contenido del libro en cuatro partes que, si bien trata cada
una distintos aspectos del teatro, en el
trascurrir de la lectura todas se relacionan entre sí. La primera de ella es
llamada por Brook El teatro mortal. Particularmente,
cuando ´leí esta frase la relacioné directamente con el teatro efímero; sin
embargo, al internarme en el capítulo me percaté de que se refería al “mal
teatro”, al teatro comercial, aquel que trabaja con magníficas escenografías y
una gran producción con la única finalidad de abarrotar la taquilla.
En
este punto inserto mi opinión al respecto: Todo teatro que obtenga beneficio
económico por su representación merece ser llamado teatro comercial. Pero no
todo teatro comercial es llamado “buen teatro”. La diferencia radica en que el
mal teatro comercial utiliza todo su esfuerzo en producir una pieza que venda,
mientras que el buen teatro produce buenas piezas, con buenas actuaciones y un
gran contenido conceptual, un “algo” que debe decirse. Estas últimas producen
dinero por su éxito en el contenido, no
en la forma, o al menos ésta última pasa
a jugar un segundo plano.
Respecto
al teatro mortal, Brook señala que cada día son menos los espectadores
conocedores de teatro que asisten a estas producciones, ya que no van más allá
de las grandes escenografías y efectos audiovisuales, que ya han cansado al
público. Todo tiene un límite, un punto de quiebre, y en el arte esto se ha
hecho evidente con los movimientos artísticos a lo largo de la historia, siempre
contestatarios a la corriente anterior, buscando la renovación. Así mismo, a mi
parecer, está ocurriendo con el teatro: las grandes producciones ya no ofrecen
al público nada nuevo, no le sorprenden.
Los espectadores se encuentran a la expectativa de un nuevo teatro,
quizá más íntimo, con más contenido que imagen, que les haga reflexionar y
pensar al salir de la función y no solo les divierta o aturda con efectos
visuales que no les dejan más que una buena imagen.
Como
segundo capítulo del libro, Brook discurre en la explicación de lo que él llama
Teatro sagrado, teatro donde lo
“invisible se hace visible”. En este apartado, Peter Brook reflexiona sobre la
necesidad de decir “algo”, de comunicar público un contenido.
Considero
que ese “hacer visible lo invisible” de refiere a transmitir al público lo que
se quiere decir sin recurrir a los lugares comunes, lo elemental, lo que está a
simple vista, lo básico. El actor tiene la difícil tarea de hacer creer al
público lo que no es; de mentir con tal descaro que haga ver al público lo que
no existe, lo invisible.
Para
hacer arte es esencial tener algo que decir, y no sólo eso, sino la necesidad de
decirlo, de otra manera, solo se estaría haciendo simple entretenimiento. El teatro
sagrado es aquel que encara la vida desde la realidad y le hace ver al público
lo que le es imposible ver o lo que no ha querido ver.
El
tercer capítulo del libro es titulado el Teatro
tosco. Brook la cataloga como el “teatro popular”, el que se hace en
lugares no convencionales, teatro que, al estar más cercano al público es,
según Brook, el teatro que salva una época.
Esta
tipo de teatro es más directo, impactante, tajante, encuentra sus temas en lo
cotidiano, lo presente, lo más próximo a la realidad actual del hombre. De
acuerdo a sus características, se me es fácil relacionar el teatro tosco con las tendencias
contemporáneas (happening, performance, deformance, instal’acción…) que buscan
interpelar al público con mayor cercanía, sirviéndose para ello de los temas
más actuales, la proximidad física con el espectador, la rebeldía, la sorpresa,
la crítica directa, intentando convencer al espectador que lo que ve realmente
ocurre, y no solo en la representación, sino en la cotidianidad de sus vidas.
Por
último, Brook se refiere a un Teatro
inmediato. Este tipo de teatro rechaza la impostura, busca la sencillez, la
verdad. En este capítulo, Brook cavila, entre muchas otras cosas, sobre la
influencia de la escenografía, el vestuario y la utilería en interpretación del
actor y, en consecuencia, en el resultado de la pieza teatral.
Peter Brook presenta al ensayo como la vía para conseguir
una buena interpretación. Señala que un actor debe ir a cada ensayo “limpio”,
libre de imposturas o acciones preconcebidas. Cada ensayo es una búsqueda y de
él deben registrarse mental y corporalmente lo que sirva para enriquecer el
personaje y al actor como intérprete.
“El
espacio vacío” es un libro que lleva a reflexionar sobre el papel que juega el
teatro en la sociedad; el nivel de entrega, dedicación y esfuerzo de los
actores, directores y demás profesionales del teatro para con su público y su
compromiso como comunicadores.
Peter
Brook abre los ojos a los actores que aún no han caído en cuenta de la
dificultad de su arte. “El espacio vacío” es un llamado de atención a esos
intérpretes que no ven más allá de la forma, la fama y la postura, dejando
olvidado lo esencial: la verdad en la interpretación.
Angel Pacheco D'Andrea.
23/04/17
Referencias.
Brook, P. (1968) El espacio vacío.
Recuperado de: [https://aulademusicamartinsarmiento.files.wordpress.com/2012/09/brook.pdf]
Domínguez, M. (s.f.) La
teatralidad en nuestras culturas aborígenes. Recuperado de:
[http://dramateatro.fundacite.arg.gov.ve/ensayos/n_0004/la_teatralidad_en_nuestras_culturas.htm]