“Grecia cautiva a su salvaje conquistador”.
Horacio.
Roma, un imperio con la constante
necesidad de poderío, vio en Grecia una gran oportunidad de expansión
territorial. Bien es sabido que Roma se
convirtió en el gran imperio que conquistó una a una todas las naciones del
Mediterráneo gracias a su afán de dominio, deseo de poder que los propios
latinos atribuían a la influencia divina.
Decidida
a conquistar el pueblo de la filosofía y la poesía, Roma inicia una serie de
guerras que culmina con la Batalla de
Corinto, librada en el año 146 a.C., hecho
en el que el Imperio Romano se impuso sobre Grecia y puso fin a la lucha
entre ambas naciones. Para esta victoria, Roma tuvo a su favor el apoyo de
varios estados griegos originado por las divisiones políticas internas que vivía
el pueblo helénico.
Con la conquista, Grecia pasó a ser un
protectorado romano. A pesar de perder la libertad y convertirse en una especie
de territorio dominado por Roma, los griegos continuaron su vida artística,
cultural y económica como si la independencia reinara en sus tierras. Fue este
el detonante que permitió la influencia helenística sobre la cultura y las
artes latinas.
Acostumbrados a los beneficios que
traía consigo cada conquista –oro y piedras preciosas, esclavos, obras de arte
y animales exóticos; grandes producciones de espectáculos como las batallas
navales en el Coliseo– los habitantes de Roma vivían holgadamente, sin muchas
dificultades. Lo anterior permitía que los literatos, artistas, comerciantes,
poetas, filósofos y demás profesionales del Imperio viajaran y se nutrieran con
nuevas culturas.
Roma era un Imperio
con bajo nivel cultural. La mayoría de sus recuersos eran destinados a la
guerra, la conquista, los juegos circenses, luchas de gladiadores y
competencias atléticas. Se podría decir que Roma era más visceral y Grecia más
intelectual. En Roma primaba la fuerza y el pensamiento táctico y en Grecia el
pensamiento intelectual, el arte y la razón.
La escasa producción
cultural romana les llevó a admirarse con toda la producción artística y
literaria griega. Cualquier poema o escultura, por más simple que fuera,
causaba en los romanos fascinación. A pesar de ser conquistadores en territorio, Roma sin darse
cuenta fue conquistada por la cultura griega. “Cuando entraron victoriosos en Atenas, los romanos quedaron fascinados por la belleza de su arte,
el refinamiento de su filosofía, y la dulce musicalidad de un idioma concebido
para el razonamiento. Los nobles romanos comenzaron a copiar las esculturas
griegas, enviar a sus hijos a aprender su idioma, asistir a sus
representaciones teatrales, y deleitarse con la música y la poesía llegadas de
Oriente”. (AudioGuíaRoma, s.f., parr. 5).
En este punto es reconocible cierto
“respeto” por parte de los conquistadores hacia los conquistados: a pesar de
haberles dominado política y territorialmente, respetaban, valoraban y
admiraban la producción artística helenística, hasta el punto de inspirarse en
ellas para crear sus obras, utilizar su idioma para escribir poemas y epopeya y
producir quizá el cambio más trascendental en las creencias romanas: la
adopción de los dioses griegos.
La literatura griega no tardó en
llegar a oídos romanos. Su influencia es fundamental para el desarrollo posterior
de la literatura latina, por ejemplo: La
Ilíada y La Odisea de Homero
inspiraron a Virgilio para escribir su Eneida
y varios autores latinos escribieron al estilo griego.
En el caso de la dramaturgia,
debido a la helenización de la sociedad romana a partir de la primera Guerra
Púnica, las primeras piezas teatrales leídas y representadas en el Imperio Romano
eran traducciones al latín de piezas griegas. Fue común en los inicios de la
dramaturgia romana la superposición de piezas helénicas, tomando una de ellas como base y agregando situaciones, escenas y/o
personajes de otras para crear una nueva obra; es decir, ya en la Roma antigua
se hacían versiones de piezas teatrales.
El gran período dramático del teatro en
Roma –como hecho escénico completo–, vio la luz en el siglo II a.C., cuando
Livio Andrónico, dramaturgo griego, fue llevado a Roma como esclavo por el
Emperador Lucio Livio. Andrónico escribió tragedias siguiendo el modelo
dramático griego y fueron representadas con gran acogida en tierras romanas.
Posterior a Livio Andrónico, hubo grandes autores romanos que adaptaron piezas
griegas al latín y las llevaron a escena como suyas. Entonces, ¿El teatro romano no es más que una burda
copia del arte dramático griego?
Lo anterior remite directamente a la
palabra “plagio”. Y es que son muchos los estudios que apuntan a una copia o
imitación de la producción literaria griega por parte de los latinos. Sin
embargo, otros historiadores y estudiosos defensores de la literatura romana se
inclinan por ubicar su origen en dos vertientes distintas: Por un lado, la
indiscutible influencia del teatro helenístico, pero por otro, el antecedente
de las representaciones etruscas. Existen registros de “juegos escénicos”
y “juegos circenses”, el mimo, la farsa
atelana –de tono satírico– y representaciones de ritos religiosos en honor a
los dioses, que datan de mucho antes del
contacto de Roma con Grecia, prueba de la incipiente pero original producción
escénica del Imperio Romano.
Los “juegos escénicos” latinos eran
representaciones sin texto, acompañadas de danza y flauta, donde los
intérpretes se disfrazaban y cantaban coplas de carácter mordaz y obsceno. Estas
representaciones son el origen de la comedia latina, posteriormente
influenciada por la comedia griega.
La
estructura teatral propiamente dicha –escenas, actos, personajes tipificados, el
vestuario y el modelo del escenario y del texto teatral– es tomada de los
griegos como ejemplo, como punto de partida. Es razonable que, al ser un género
prácticamente desconocido para los romanos, sea necesario primero el proceso de
acercamiento, estudio, integración, e imitación –mímesis– del modelo más
cercano –en este caso el griego– para una posterior apropiación del género y la
creación de piezas originales, evidenciada en autores como Plauto y Séneca,
quienes se valieron de ciertos temas griegos y de la apropiación de su creencia
politeísta para desarrollar piezas más cercanas a las costumbres latinas.
La diferencia esencial entre las
incipientes producciones escénicas romanas –anteriores al contacto con el
pueblo helénico– y el teatro griego completamente estructurado, era la función
y necesidad que significaba la representación para cada región: mientras que
para los griegos el teatro se representaba para reflexionar, educar e incluso
mantener una ideología política y religiosa en la población, los romanos
llevaban a cabo sus “juegos escénicos” con el único motivo de entretenerse en
los períodos de descanso –otium
(ocio) – posteriores a las guerras de conquista.
Otra razón para no considerar la
producción dramática latina como una vil copia del teatro griego es la cantidad
de aportes y modificaciones que los romanos hicieron al modelo teatral helénico
luego de su apropiación. Si bien dividieron el género en dos subgénero al igual
que los griegos –comedia y tragedia– los romanos cambiaron los metros poéticos
adaptándolos a su lengua, le dieron más relevancia al contenido musical,
suprimieron el coro, trataron los temas con mayor sencillez y comicidad,
aportándoles su toque satírico y grotesco; agregaron nuevas escenas y
personajes a las piezas y, en pequeña medida, crearon nuevas piezas teatrales
inspiradas, y solo inspiradas en la cultura y el politeísmo griego. Además, la
producción del espectáculo romano superó en sobremanera la de las
representaciones griegas, esto por dos razones principales: primero, el exceso
de recursos económicos con los que contaba Roma debido a su estatus de Imperio,
y en segundo lugar, como se comentó anteriormente, el carácter de espectáculo
de entretención y diversión que le asignaron los romanos al teatro, en contra
parte al carácter sagrado, educativo, social y moralista de los griegos.
En conclusión, es imposible apuntar a
una originalidad plena en las piezas teatrales latinas debido a que la
influencia griega está más que comprobada, pero tampoco es totalmente certero
inclinarse por la teoría de que los romanos copiaron y plagiaron
indiscriminadamente la dramaturgia griega y se apropiaron de ella, haciéndola
suya. Sí, hubo una imitación primaria, pero ésta, con el tiempo, se convirtió
en un espectáculo propio, con elementos autóctonos y piezas mucho más cercanas
a la originalidad.
Roma, como el gran Imperio de
occidente, supo valerse de su poder político, económico, bélico y estratégico
para apropiarse de los aspectos más relevantes de las culturas propias de las
naciones que conquistaba, mejorándolas en ciertos aspectos y posteriormente
creando, a partir de ellas, caracteres originales, y el teatro no fue la
excepción.
Angel Pacheco D'Andrea.
14/04/17
14/04/17
Referencias.
AudioGuíaRoma (s.f.) El encuentro
con Grecia. Recuperado de: [http://www.historia-roma.com/12-encuentro-con-grecia.php]
De Larra, M. (s.f.) Literatura
latina: Teatro. Recuperado de:
[http://almacendeclasicas.blogspot.com/2013/05/literatura-latina-teatro-latino.html].
Instituto de Educación Secundaria Alagón. (s.f.) El
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