Pensamiento del día.

Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio.

Federico García Lorca (1898-1936) Poeta y dramaturgo español.



Dato ortográfico del día.

Es “mb”, nunca “nb” (ambos).

Es “nv”, nunca “mv” (invierno).

Es “mp”, nunca “np” (improvisar).

Es “nr”, no “nrr” (enroque).



viernes, 18 de agosto de 2017

-POEMA- SONÁMBULO DEL OCASO.

A ustedes, que entregaron su sangre por la mía.
A todo aquel que se rebeló ante su opresor
y a los que seguirán haciéndolo.

Soy un disidente,
un civil declarado en rebeldía,
de aquellos que perdieron la cabeza,
de esos que se negaron a la cordura complaciente y subordinada.
Me cuento entre los cobardes que con valentía enfrentaron el asedio y la muerte,
muerte que amenazaba con cada bomba,
cada bala, cada tanqueta.

Soy de los dorados al sol,
marchante inagotable,
caminante de pies maltratados,
pies que padecieron el flagelo de las cenizas
y el acoso de miradas inconformes plagadas de esperanza y egoísmo.
Soy de los plantados en el asfalto,
hijo del humo y  del concreto.
Hijo del olvido.

Soy un insurrecto,
un subversivo encausado,
Soldado de la noche,
y del día:
soldado de la conciencia,
de la convicción terca y obstinada,
guerrero armado con hueso, palabra y razón:
Más palabra,
pocos huesos,
escasa razón. 

Soy un héroe desconocido,
Irrelevante entre tantos,
Incontable entre tantos,
Invisible entre tantos.
Un héroe sin descanso,
ahogado entre el humo y la euforia,
héroe de uñas mordidas y ojeras prominentes,
héroe de bombillos quemados,
de estómago vacío.

Me cuento entre las cruces,
espero resignado el proyectil que cavará mi tumba:
Soy un muerto prometido,
deudor de segundos y suspiros
pasajero demorado, errante,
oculto en las tinieblas,
noctámbulo a la luz de las luciérnagas, 
sonámbulo del ocaso.


Angel Pacheco D'Andrea.
15/08/17.
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jueves, 10 de agosto de 2017

-RELATO- PAR DE PANES.

El proceso evolutivo marchó en reversa. De un momento a otro todos se transformaron en bestias. En cuatro patas, los seres que segundos atrás caminaban erguidos, ahora asechaban con ímpetu la bolsa que llevaba en mis manos.

Estático, paralizado. No supe si moverme y correr despavorido o simplemente esperar lo peor. Me sentía como una joven e inexperta gacela acorralada por las más feroces y hambrientas hienas. Poco a poco fueron aproximándose, acechándome cual famélicas leonas. A medida que se acercaban la velocidad de sus pisadas aumentaba, al igual que mis escasos latidos. Cada vez más cerca, la saliva que colgaba de sus grandes colmillos caía al pavimento, formando charcos de ansiedad y frenesí.

No supe en que momento caí. Decenas de manos rasgaban mis vestiduras y arañaban mis brazos como si de filosas garras se tratara. Lo que segundo atrás percibí como bocas se habían convertido en enormes fauces que, emanando halitosis y hambre desenfrenada, desgarraban mi piel y devoraban mis huesos mientras buscaban con desespero la bolsa que había caído bajo mi cuerpo.

Finalmente lograron moverme y desaprisionar la bolsa que había estado oprimida por mi espalda contra el suelo. Tendido, sintiendo como se apagaban mis ojos, observando entre mis párpados, casi caídos, a los seres que devoraban sin respiro el contenido de la bolsa de papel que segundos antes cargaba entre mis manos, pensé: “solo era un par de panes”.


Angel Pacheco D’Andrea.

10/07/17
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martes, 8 de agosto de 2017

-POEMA- CAIDA LIBRE.

Caen,
cada vez son más,
cada vez preocupan menos,
cada vez sorprenden menos. 
caen,
con mayor violencia,
con mayor precisión,
con ensañamiento,
con la fuerza de los que mueren victoriosos.
Caen entre los escombros,
sobre las sábanas,
sobre el desayuno,
sobre la sangre de otros que caen. 

Caen en los escritorios,
dentro de los autos,
junto a las puertas,
bajo nuestros pies,
caen ante nuestros ojos,
ojos cómodos, centelleantes,
testigos de la caída,
cómplices del crimen,
ojos que callan, temerosos.
ojos censurados.

Caen en su caída,
suya,
propia,
inevitable, consecuente,
caída libre,
defectuosa, dolorosa,
paradójicamente hermosa.

Caen sonrientes,
complacidos,
resignados,
seguros de no levantarse jamás,
conformes con la herida que se abre,
con la sangre que brota,
con la vida que se esfuma.

Angel Pacheco D'Andrea
08/08/17
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