La inocencia
de un infante es el mayor obstáculo para un tirano. Desde un posible “rey de
reyes” judío hasta la profecía de tres ancianas brujas, la historia de la
humanidad ha demostrado a través de la literatura que la amenaza de perder el
trono codiciado entre las puras y nobles manos de un niño desatan en un opresor
los más terribles propósitos.
Los hijos y la
figura infantil juegan un papel preponderante en la trama de Macbeth. Desde el
primer encuentro con las brujas es presentada la imposibilidad del matrimonio
Macbeth para lograr descendencia. Paralelo a esto, las ancianas anuncian el
futuro de Baquo como padre de reyes. Esta profecía hace florecer en Macbeth un
germen de rivalidad que más adelante se transformaría en la espiga que urdiría
los planes de muerte contra su más fiel amigo.
La ausencia de
herederos en el matrimonio Macbeth se hace presente de manera implícita en el
accionar de la pareja. Que el vientre de Lady Macbeth no haya sido fecundado
por la sangre de su marido no fue escrito por casualidad. Si ésta hubiese
arrullado entre sus brazo a un niño, la historia habría sido otra. La felicidad
producida en ella y en el señor de Glamis por el nacimiento de un hijo
posiblemente se habría apropiado del lugar ocupado por el deseo impuro de un
trono no correspondido.
Los hijos son
la descendencia, y en las monarquías representan la continuidad en el poder, la
permanecía de un linaje en el trono, el honor de un padre heredado en la
sangre. Esto puede reflejarse en la decisión que toma el Rey Duncan al nombrar
como sucesor al trono a su hijo Malcom; medida obvia para cualquiera que
conozca el sistema de sucesión en una monarquía, pero para Macbeth, quién había
recibido una sentencia de poder por parte de las brujas, el decreto del rey le
resultó indignante. De esta manera, puede evidenciarse el papel que juegan los
hijos de Duncan en la trama de Macbeth: suscitar la envidia y los celos del Señor
de Glamis, sentimiento que le lleva
a asesinar a su propio primo, el
Rey de Escocia.
Este primer
homicidio fue el punto de partida que transformó a Macbeth en un asesino y poco
tiempo después en un despiadado infanticida. Posterior al magnicidio, Macbeth
desarrolló una mente criminal obstruida por el ansia de poder que le llevó a
ordenar el asesinato de su amigo Banquo y de su pequeño hijo Fleance. Esta
criatura inocente era la representación de una profecía que obstaculizaba la
permanencia en la corona del codicioso Macbeth y su muerte fue vista como la
salida más fácil: si el único hijo de Baquo moría, el vaticinio de las brujas
sobre la descendencia monárquica que éste dejaría no tendría base alguna. Sin
embargo, Macbeth no contaba con la avidez del pequeño niño, quien huyó sin
rumbo la noche en que presenció el cruel asesinato de su padre.
La huida de
Fleance originó un resentimiento en Macbeth hacia los infantes, teoría que se
prueba escenas después, cuando el tirano ordena el asesinato de los hijos de
Macduff. Este accionar de Macbeth no es una decisión irreflexiva, va más allá
de un simple capricho. Sabiendo que Macduff abandonó a su familia para
traicionarlo y aliarse al ejército
inglés liderado por Malcom, hijo del difunto Rey Duncan y verdadero heredero
del trono, Macbeth, conociendo la importancia de un hijo para su padre, ve en las criaturas la posibilidad de
una reprimenda cruel e inhumana. Este infanticidio es un hecho crucial en la
historia, ya que propicia la determinación absoluta en Macduff de cobrar
venganza con la sangre de Macbeth.
Paradójicamente,
luego de tramar los actos más crueles para evitar que un niño o los hijos del
rey le despojasen del trono inmerecido, Macbeth termina asesinado por la pieza
central de la profecía de las brujas: un hombre apartado del vientre de su
madre antes de nacer. Un hombre que fue niño.
Angel Pacheco D'Andrea.
15/04/17
15/04/17